jueves, 2 de junio de 2011

Despertar.

El sol entraba por las rendijas de la persiana y hacía reflejos sobre la pared, debido a las cortinas violetas. Se despertó. Pareció girarse en dirección hacia mí y se aferró a mi cintura. Aún tenía los ojos cerrados. Finalmente, abrió los ojos y me besó. Pude notar su respiración en mi garganta.
-¿Nadie te ha dicho nunca lo guapa que estás cuando duermes?
+Que yo recuerde, no.
-Qué lástima. Pero lo que más pena me da es que se pierdan lo preciosa que estás cuando te levantas con tu pelo alborotado y sueltas un bostezo. 
+Pues deja que me levante, me haga una foto y la suba corriendo a cualquier red social, -me reí como nunca- verás como eso se termina.
-No quiero. -Me apretó contra él con fuerza- Soy un egoísta, lo reconozco. Te quiero solo para mí.
+Sabes de sobra que a mí me basta con que me lo digas tú, tonto. 

-De acuerdo, en ese caso, venga -hizo un gesto de levantarse- voy a empezar contigo el desayuno.
+Pues prepara el cuchillo y el tenedor, porque te dejo que me comas a besos.



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