Querido diario:
Hoy no ha sido un día especial. Nada más abrir los ojos me he dado cuenta de que mi vida no ha cambiado y que nada vale en ella. Me he echado a llorar a la misma hora de siempre, no he desayunado nada porque sólo tenía ganas de vomitar. He estado indiferente de ocho y veinticinco de la mañana hasta las dos y cuarto de la tarde. He cogido camino recto y me he ido a casa, donde pensaba que podía respirar tranquilidad, tampoco ha sido así. Tampoco he comido nada porque hoy no tenía ganas de comerme el mundo. He entrado a mi habitación, y nada más atravesar la puerta un escalofrío me ha hecho recordar los momentos que pasamos ahí, en mi cama, en mi escritorio. No he podido más y me he vuelto a derrumbar. Llámame inútil si quieres, me da igual, me da igual todo. Cuando parecía que ya podía levantar la cabeza de la almohada, he decidido encender el ordenador. Privados, comentarios .. Nada nuevo, lo de siempre. Me he puesto a estudiar, no he podido concentrarme, he vuelto a llorar. Para que mi madre no se diera cuenta de que me pasaba las veinticuatro horas del día llorando me he puesto gotas en los ojos. A veces tienes que mentir para que la gente que quieres no se preocupe por ti. Como era de esperar he dejado de estudiar, y aquí estoy, escribiéndote porque no tengo nada mejor que hacer, mañana será otro día igual. La misma mierda de siempre y la suerte seguirá sin encontrarme ..
Por: Mireya Rubio
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