jueves, 7 de abril de 2011

Las malas prisas, pero... ¿las hay buenas?

Llegaba el verano y él (el más trabajador) seguía recogiendo comida con un calor insufrible. Ella no estaba precisamente limpiando su casa, habitada por más personas de las que os imaginais, sino recogiendo comida como él.
Su casa es bastante irregular con millones de pasillos y muchos seres vivos. Su habitación se encontraba al final de un largo pasillo, girando a la izquierda y luego a la derecha, no tenía mucha luz y era bastante pequeña, por lo que lo tenían dificil si querian tener hijos.
Un día, el novio profundamente enamorado de su novia la prometió que la compraría una casa tan bonita como grande, incluso con piscina y un armario para guardar la comida, pero ella le informó de que su situación económica no era muy buena, era tan grande el entusiasmado de él que la respondió que no podrá comprarle una casa pero si podrá reformarle la que tiene para que los hijos que nazcan puedan jugar.
A continuación el macho fue a pedirle permiso a su casero al que llamaban "el rey jefe", para hacer la reforma y a pesar de no estar muy conforme con la idea, la aceptó, a cambio de que cada mes durante 3 meses trajera el doble de comida a la casa, y así lo hizo.
Le costó bastante pero lo consiguió por lo que empezó la reforma. Todo iba perfecto incluso su mujer se quedó embarazada él, emocionado con esa idea, empezó a trabajar el doble ,día y noche sin parar, hasta que el cansancio le pasó factura...
No se sabía como ni por qué pero la gran casa se destruyó, por culpa de las prisas, de querer hacerlo todo de manera acelerada.
Y esas prisas que siempre son malas costaron toda una vida a millones de seres humanos, recuerdos, comida, lugar donde dormir...
Todo, por culpa de esas prisas que le hicieron cometer un fallo que para nosotros no es nada, un minúsculo fallo pero para ellos un gran fallo...
¡ESAS HORMIGAS SE QUEDARON SIN NADA!
Un mundo dependiente de un reloj.

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