Sabía lo que iba a pasar, todo se acabaría y llegaría el final. Que aquella sensación única dejaría de existir y desaparecería para siempre, pero no iba a dejar que me la arrebataras tan rápido. Estaba convencida y creía que podía con todo, por lo que luché contra el hecho de alejarme. Me acerqué más a ti y me aferré con las dos manos con fuerza a tu cuello, manteniendo mis labios pegados a los tuyos. Me hubiera gustado ser más fuerte para mantenerte así para siempre. Noté como tu pequeño corazón se aceleraba y como el mio palpitaba despacio con total calma. Ya eras mio, pero entonces me sorprendiste bastante cuando tu también me devolviste aquel beso. Estábamos en medio de una calle llena de gente, pero nada nos importaba, solo tú y yo. Entendí que competías contra mí; y he de decir que me encantó aquello. Te hiciste el fuerte y acercaste tu mano a mi cintura, mientras que la otra entrelazaba los dedos en mi pelo. Me hiciste aún más feliz de lo que ya era y eso me dio fuerzas para continuar con mi propósito. Ambos notamos que disimulábamos haber quien podía más. Era divertido, pero empezaba a quedarme sin oxígeno y estaba apunto de rendirme, pero justo antes de parar, me soltaste y cogiste una gigantesca bocanada de aire. Yo me reí y dije en un susurro: “te gané”. Sabía que había sido mi primera victoria y también nuestro primer beso, pero esperaba con impaciencia que otra sensación igual pero distinta se repitiera de nuevo.
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