La incredulidad ha caracterizado al ser humano desde tiempos ancestrales, asi que he aquí mi relato...
NY : PRIMERAS IMPRESIONES
El día había sido agotador. La clase de biología había sido definitivamente la peor. Para colmo me habían castigado por una tontería; quién iba a saber que una chincheta bien colocada haría tanto daño. Eran ya más de las nueve y yo iba ataviada con la bendita mochila y un gigantesco trozo de madera contrachapada en la mano derecha, sin olvidarme de los dos palos de más de dos metros y una pequeña bolsa con herramientas, todo ello necesatio para construir un innecesario proyecto.
La Quinta Avenida estaba prácticamente desierta, a excepción de unos cuantos malhumorados dueños que paseaban a sus respectivas mascotas maldicendo por lo bajo al no poder disfrutar del calor de sus hogares en aquellos momentos. Pese a ello me sentía observada, pues era normal llamar la atención de los neoyorquinos con semejante equipaje. Decidí no darle más importancia de la debida y seguí caminando aproximándome lo más posible a la luz de las farolas, pues aunque la oscuridad no me asustaba, hay que reconocer que NY es una ciudad que siempre te sorprende...
Sentí una diminuta gota de sudor que descendía por mi frente. Estaba exhausta, pues llevaba caminando más de media hora y no veía el momento de divisar el más que conocido wellcome que yo misma escribí el la puerta de mi casa y que me granjeó más de una regañina. Un cúmulo de pensamientos se agolpaban en mi cabeza en busca de un segundo de atención, razón por la cual no me di cuenta de lo que comenzaba a suceder a mi alrededor. Tan solo sentí una suave ráfaga de viento que me removió el cabello y me devolvió por unos instante a la realidad. No tardé en sumergirme de nuevo en el fascinante mundo de la inconsciencia, hecho fatal que me llevó a toparme con él, sin saber que muy pronto se convertiría en uno de mis peores enemigos...
Por: Denisa Brinceanu
Por: Denisa Brinceanu
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