martes, 5 de abril de 2011

NEW YORK (III)

NY : CONFESIONES
Sentía el viento estampándose contra mi cara, mi corazón acelerado y un agudo dolor en el pecho. Había perdido completamente la noción del tiempo y tan solo sabía que un desconocido me llevaba a cuestas. Me sentía frustrada, pues no podía pedir ayuda; sobre mi garganta se posaba una tupida capa de "miedo" que me imposibilitaba gritar. No tenía escapatoria alguna asi que lo único que podía hacer era dejarme llevar...
La cabeza me daba vueltas; apenas podía abrir los ojos. Me encontraba en un oscuro habitáculo sobre un suelo húmedo y frío. Intenté incorporarme pero tras varios intentos fallidos desistí. Pasé así un largo rato, en silencio, meditando sobre aquella extraña situación. De pronto me percaté de que había perdido la mochila y las maderas y un estúpido pensamiento me vino a la cabeza, "Yaisa me va a matar cuando sepa que he perdido su precioso clip morado". Ese fue mi último momento de paz, pues comenzaba a oir unas fuertes pisadas desde algún lugar fuera de mi prisión. En efecto, los pasos se dirigían hacia mí y a mi pesar era él de nuevo, que esta vez llevaba una pequeña linterna en la mano, con la que ahora me apuntaba. No conseguía  ver nada a causa de la intesa luz, pero un gesto de disgusto bastó para que me viera librada de aquella ceguera. Se acuclilló frente a mi y se dispuso a hablar y esta vez no hubo nada que se lo impidiera.
-No intentes gritar; nos están vigilando...
Al oir aquellas palabras una irónica sonrisa se dibujó en mi rostro y comprobé con satisfacción que me dirigía una mirada de incomprensión. Observé que llevaba algo en la otra mano que posteriormente me tendió; era una botella de agua que me bebí con avidez. Sobrevino un silencio sepulcral que duró unos pocos segundos. No me atrevía a romperlo pero la duda me carcomía por dentro.
- ¿Qién?
El corazón se me encogió por unos instantes, hasta que por fin me contestó entre susurros.
-Es bastante difícil de explicar. Solo tienes que saber que yo te estoy protegiendo.
Esas palabras me dejaron atónita. Ese chico que no había visto en mi vida se cruzaba ahora en mi camino y me desconcertaba a cada momento que pasaba. Tenía un millón de preguntas en la cabeza y presentía que me aguardaban un millón una respuestas detrás de aquel chico aparentemente normal...
Por: Denisa Brinceanu

No hay comentarios:

Publicar un comentario