-¿No lloras? -dijo mientras le recogía un mechón del cabello y lo situaba tras su oreja- Creí que estabas destrozada…
+Lo estoy, pero los muertos no lloran –dijo posando su mirada en el horizonte, como si estuviera esperando algo.
-¡¿Qué dices?! Tú no estás muerta, -hubo una pausa- no digas tonterias…
+Tal vez no, pero dime, -dijo mientras posaba su mirada en él- ¿se puede vivir con medio corazón?
Y, en mitad de la noche, un silencio sepulcral se apoderó del momento.
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