sábado, 28 de mayo de 2011

Sueños

Sentí una pequeña ola chocar contra mis pies y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Hacía un calor espantoso y pese a encontrarme bajo la sombrilla, no podía dejar de sentir los intensos rayos de sol impactando contra mi piel. Las gafas de sol y ese ejemplar de Agatha Christie sobre mis rodillas era lo único que me acompañaban. La vaporosa blusa blanca se pegó por un momento a mi abdomen y agradecí enormemente la pequeña ráfaga de viento que llegó. Aun así, eso no era suficiente y dejando de lado el libro, me encaminé hacia el agua. La arena abrasaba, pero según me iba acercando al agua, la sentía cada vez más fresca bajo mis pies. Me fui metiendo poco a poco en el agua, disfrutando de aquel frescor e inspinando profundamente me sumergí y buceé durante unos minutos. Ahora me encontraba mucho mejor, y volviendo de nuevo a la orilla, apilé un montoncito de arena y me puse manos a la obra. Al cabo de un rato había conseguido levantar un modesto castillo del que me sentía orgullosa.
La tarde iba entrando y el sol iba desapareciendo. El magnífico espectáculo de colores que presenciaba y la suve brisa que soplaba junto al helado de fresa, hacían que me sintiera tan libre, tan despreocupada....
De pronto, mi helado de fresa se fue deslizando fuera de mis manos y se estampó contra mi pie. El íntenso frío me hizo volver a la realidad. A la triste y dolorosa realidad. Me encontraba de nuevo delante del libro de tecnología, con muy pocas ganas de ponerme a estudiar...Por: Stefania Denisa Brinceanu

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