domingo, 15 de mayo de 2011

NEW YORK (IX)

Una sonrisa surgió en su rostro, una sonrisa de victoria, segura ante el poco peligro que yo representaba. Y no se equivocaba. Avanzó un paso en dirección a mi y yo en contra de mi voluntad, retrocedí. De un manotazo me quitó el abrecartas de las manos y de otro manotazo hizo callar al animal. Me oprimió fuertemente el brazo y me arrastró fuera de allí. En seguida todos los demás se presentaron y me miraron con desaprobación. Uno de ellos avanzó y me propinó una patada en el abdomen que me hizo retorcer de dolor en el frío suelo nocturno. A ella, la sucedieron una oleada de patadas más que me dejaban sin respiración. A cada segundo me iba consumiendo más y más, y poco a poco mi conciencia empezó a menguar. Ahora ya solo distinguía unas luces difusas y caras borrosas que se acercaban  y alejaban constantemente. Un estruendo me sorprendió. Lo que parecía una pistola se distinguía no muy lejos de allí. Los dolores se atenuaron, no sabía si era porque mi cerebro se iba sumiendo  en la inconsciencia o por qué motivo pero lo agradecía. Algo me levantó del suelo y mientras sentía la suave brisa contra mi rostro, me iba perdiendo entre un mar de recuerdos.
Por: Stefania Denisa Brinceanu

No hay comentarios:

Publicar un comentario